El
melanoma es una enfermedad más agresiva que el cáncer de piel de células
basales o el cáncer de piel de células escamosas, pues se forman células
malignas en los melanocitos, los que se encargan de producir el pigmento que le
da a la piel su color.
Este
tipo de trastorno puede empezar como un lunar (melanoma cutáneo) o también
puede iniciar en otros tejidos pigmentados, como en el ojo o en los intestinos,
y aunque en general es más común encontrar el melanoma en adultos, en algunos
casos se encuentra también en niños y adolescentes.
En los
hombres esta alteración se desarrolla en el tronco, entre los hombros y la
cadera o en la cabeza y cuello y para las mujeres, el melanoma se forma con
mayor frecuencia en brazos y piernas.
Dentro
de los signos de este tipo de cáncer se encuentran lunares que cambian de
tamaño, forma o color; lunares que tienen contornos o bordes irregulares y
lunares que producen picazón, están ulcerados o sangran.
La
protección contra los rayos ultravioleta (UV) es quizá la medida más importante
para reducir el riesgo de padecer melanoma, sumada a la consulta médica, en
caso de que el paciente observe cambios o irregularidades en los lunares de su
piel, la prevención y el diagnóstico temprano son la mejor opción para manejar
este tipo de enfermedad.
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